ADAPTACIÓN DEL SPANISH MacARTHUR COMMUNICATIVE DEVELOPMENT INVENTORIES (CDI) PARA LA INVESTIGACIÓN CON NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN

 

Miguel Galeote Moreno *, Marta Casla Soler **, Carolina Naranjo ** y Lucía Madrigal *

*Universidad de Málaga / **Universidad Autónoma de Madrid

 

 Investigación financiada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Dirección General de Investigación) y cofinanciado con fondos FEDER (Proyecto: BSO2003-01934). Agradecemos su colaboración al Centro Virgen de la Esperanza de la Diputación Provincial de Málaga, al centro de Atención Temprana ADEMO y a la Unidad de Atención Temprana del Hospital del Niño Jesús (estos últimos de Madrid), así como a todas las familias y niñes que han participado en el estudio.

 

Resumen

    En los últimos años, se ha generalizado el uso del MacArthur Communicative Development Inventories (CDI) (Fenson, et al. 1991, 1993) para la evaluación del desarrollo comunicativo y lingüístico en sus primeras etapas. Estos inventarios también se han adaptado a distintas lenguas y a niños de diversas condiciones para convertirse en útiles herramientas de investigación e intervención.

    Por lo que respecta a los niños con síndrome de Down (SD), el CDI se ha utilizado para investigar su desarrollo lingüístico y comunicativo en distintas lenguas (Miller, 1999; Vicari, et al., 2000; Berglund, et al., 2001; etc.). Sin embargo, esta población presenta un perfil evolutivo distinto a la población con desarrollo normal (desarrollo del lenguaje por detrás de otras áreas de desarrollo, mejor actuación en el léxico vs. sintaxis, comprensión superior a la producción, uso prolongado de gestos, dificultades fonéticas, etc.). Ello hace necesario adaptar los inventarios comunicativos a dicho perfil.

    Para tal fin, hemos partido de los CDI para el español de España (López Ornat, et al., 2003) y de México (Jackson-Maldonado, et al., 1993). Nuestra adaptación se ha centrado en la modificación de algunos apartados: vocalizaciones, gestos comunicativos y referenciales, juego simbólico, vocabulario (se han unido las dos formas de inventario), etc.

    Para validar la adaptación se han comparado los resultados del inventario con los procedentes de la observación de estos niños en interacción con sus familiares en situaciones naturales (juego, lectura de cuentos de imágenes, etc.).

    La validación de esta adaptación se llevó a cabo con una muestra de 15 niños con SD y sus padres. La edad mental de los niños era aproximadamente de 24 meses. Los resultados demuestran la alta validez de las modificaciones introducidas para evaluar a niños con SD, así como la utilidad de este tipo de inventario en la investigación con otras poblaciones.

 

INTRODUCCIÓN

     En los últimos años, se ha generalizado el uso del MacArthur Communicative Development Inventories (CDI) (Fenson, Dale, Reznick, Thal, Bates, Hartung, Pethick y Reilly, 1991, 1993) para la evaluación del desarrollo comunicativo y lingüístico en sus primeras etapas. Sin duda, razones de fiabilidad, validez y prácticas, así como teóricas y de investigación justifican este hecho. Por estas mismas razones, el CDI ha sido adaptado a lenguas de muy diferente tipología (italiano, chino, sueco, etc.), lo que es de una importancia crucial para la investigación interlingüística. Del mismo modo, también ha sido aplicado a niños de muy diferentes condiciones (niños nacidos antes de término, niños con dificultades específicas del lenguaje, etc.), incluyendo distintos tipos de trastornos del desarrollo. En el caso de los niños con desarrollo normal (DN), el procedimiento es relativamente sencillo y parece estar plenamente justificado. Sin embargo, hay razones para dudar respecto a su validez como un instrumento general aplicable a todos esos niños. En este caso, cada condición presenta su propio perfil evolutivo que no siempre es reflejado en el CDI.

     Un caso particular lo representan los niños con síndrome de Down (SD), cuyo desarrollo lingüístico y comunicativo ha sido evaluado recientemente en varias investigaciones (Miller, 1999; Vicari, Caselli y Tonucci, 2000; Berglund, Eriksson y Johansson, 2001; etc.). No obstante, los inventarios tipo CDI no han sido validados para su empleo con estos niños, a excepción de Miller, Sedey y Miolo (1995), si bien sólo para el apartado de vocabulario. Sin embargo, los niños con SD presentan un perfil evolutivo diferente al de los niños con un DN, tanto cuantitativa como cualitativamente (Franco y Wishart, 1995; Caselli, Vicari, Longobardi, Lami, Pizzoli y Stella, 1998; Singer-Harris, Bellugi, Bates, Jones y Rossen, 1997; Chapman, Seung, Schwartz y Kay-Raining Bird, 1998). De este modo, aunque hay raras excepciones (Rondal, 1995), en estos sujetos se encuentra un retraso general en el desarrollo del lenguaje en relación con otras áreas (cognitiva, social, etc.), junto con disociaciones específicas entre diferentes componentes de lenguaje (mejor actuación en el léxico vs. la morfosintaxis) o procesos lingüísticos (mejor actuación en la comprensión vs. la producción en general y mejor actuación en comprensión léxica vs. sintáctica) (Cardoso-Martins, Mervis y Mervis, 1985; Caselli, Marchetti y Vicari, 1994; Chapman, 1995; Chapman, Ross y Seung, 1993; Chapman, Schwartz y Kay-Raining Bird, 1991; Fowler, 1990; Miller, 1999). Además, este retraso se hace más evidente según avanza el desarrollo de los niños. Por otro lado, los gestos comunicativos suelen ser más sofisticados que los que utilizan los niños con DN. En este sentido, algunos estudios señalan que si se tienen en cuenta estos gestos el vocabulario productivo de estos niños llega a equipararse al de los niños con DN (Berglund et al., 2001; Miller, Sedey, Miolo, Rosin y Murray-Branch, 1991).

     Todo ello justifica la necesidad de adaptar el Inventario de Desarrollo Comunicativo al perfil evolutivo de los niños con SD a fin de dar cuenta de su auténtico nivel de desarrollo lingüístico y comunicativo. De este modo, el objetivo de este estudio es la adaptación y validación (sólo del apartado de vocabulario) de las versiones españolas del CDI a las características propias de los niños con SD. Esto representa el primer paso en la recogida de datos normativos sobre el desarrollo léxico en una muestra amplia de niños españoles con este síndrome. De este modo, este trabajo es parte de un proyecto de investigación más amplio cuyos objetivos están centrados estudiar y analizar la adquisición del lenguaje en este tipo de niños.

     Con el fin de evaluar el desarrollo léxico de niños españoles con SD, se han adaptado dos inventarios: la versión del CDI para el español de México (Jackson-Maldonado, Thal, Marchman, Bates y Gutiérrez-Clellen, 1993) y la versión para el español de España (López- Ornat, Gallego, Gallo, Karousou, Mariscal y Nieva, 2003). Además, se han tenido en cuenta datos procedentes de una investigación sobre el desarrollo léxico de niños españoles que también utilizó el CDI como instrumento (Lamela y Soto, 2003). Las adaptaciones concretas realizadas se detallan en los siguientes apartados.

 

Vocabulario. El vocabulario de las dos formas del inventario (8-15 y 16-30 meses) se ha unido en un único inventario y se evalúa tanto la producción como la comprensión hasta los 30 meses de edad mental (EM). La unión de los dos inventarios se justifica si tenemos en cuenta que la edad cronológica (EC) de estos niños suele doblar su EM cuando se acercan a esa edad. De este modo, para una misma EM, los niños con SD cuentan con una mayor experiencia con el mundo, lo que significa una mayor exposición al vocabulario, así como mayores probabilidades de aprendizaje. Realmente, esto fue lo que encontraron Chapman et al. (1991) con un grupo de adolescentes con SD. Aunque esta posibilidad no ha sido estudiada de manera específica con niños más pequeños, no puede ser descartada. Es lo que ocurre, por ejemplo, en lo que respecta al desarrollo de la comunicación gestual. Diversos autores, como Franco y Wishart (1995) o Singer-Harris et al. (1997), sugieren que la mayor habilidad mostrada por los niños con SD en el uso de gestos comunicativos se debería a su superior experiencia social dada su mayor edad cronológica. Con ello no estamos prediciendo que los niños pequeños con SD superen a los niños con un DN en el número de palabras que comprenden y / o producen, sino que éstas pueden ser diferentes. En cualquier caso, si el experimentador considera que el nivel de comprensión de los niños es muy elevado, los datos de comprensión del Inventario pueden ser pasados por alto.

 

Gestos referenciales o simbólicos. En el apartado de vocabulario, junto a las clásicas columnas que evalúan comprensión y producción (‘comprende’ y ‘comprende y dice’), se ha añadido otra columna que evalúa la utilización de gestos para referirse a los distintos ítems de vocabulario incluidos en el inventario (‘comprende y gesto’). Se trata de evaluar gestos que, a diferencia de los gestos comunicativos tempranos que normalmente se tienen en cuenta (fundamentalmente deícticos y de indicación), sustituyen ítems léxicos particulares (por ejemplo, unir los dedos de la mano y llevarse a la mano a la boca para indicar que quieren comer, ponerse los dedos índices estirados al lado de las sienes al tiempo que dicen ‘muuu’ para referirse a una vaca, etc.).

 

Gestos generales. En este apartado, nos hemos basado en la versión del CDI-palabras y gestos (8-15 meses) desarrollada por Jackson-Maldonado et al. (1993) para el español de México, dado que en la versión para el español de España (López-Ornat et al., 2003) no se han tenido en cuenta algunas de las categorías de los CDI originales (concretamente ‘jugar a ser adulto’ e ‘imitación de otros tipos de actividades de adultos’). Sin embargo, dada la prevalencia de la comunicación gestual en los niños con SD se hacía necesario su inclusión. Además, dichas categorías representan diferentes niveles de juego simbólico que es necesario considerar para tener una imagen más exacta del desarrollo de los niños con SD en este dominio.

 

Juego simbólico. Se han introducido más ejemplos en las instrucciones para implicar distintos tipos de objetos y acciones y facilitar el reconocimiento de los padres de este tipo de conductas en las que un objeto sustituye a otro objeto.

Vocalizaciones. Este apartado se basa en la versión del CDI para el español de España (López-Ornat et al., 2003), la única versión que en nuestro conocimiento lo incluye. Su objetivo es evaluar las vocalizaciones tempranas intentando buscar una relación entre este factor y la producción lingüística posterior. Al igual que López-Ornat (1999 y en prensa), estimamos que los gestos motores no son adecuados predictores, o al menos no los únicos, del desarrollo lingüístico posterior. Por otro lado, hoy en día está bastante bien establecida la relación entre las primeras vocalizaciones (principalmente, el balbuceo) y el desarrollo léxico posterior. Dado que la producción del habla es un problema central para los niños con SD, la inclusión de este apartado nos parecía obligada.

 

Sintaxis. También se ha mantenido la parte de evaluación de la morfo-sintaxis de la versión española. Ello por varias razones. En primer lugar, se basa en datos sobre la adquisición del español. En segundo lugar, las conductas a observar, a diferencia de otros CDI, muestran una gradación que se corresponde con lo que normalmente se observa en dicho proceso de adquisición. De este modo, a los padres se les ofrece 3 alternativas para que comparen con ellas las producciones de sus hijos. Ello puede darnos una imagen más precisa del nivel de desarrollo morfo-sintáctico de los niños, lo que es especialmente importante en el caso de los niños con SD dadas sus especiales dificultades con el componente morfo-sintáctico del lenguaje.

 

Apartado de información demográfica. Se ha modificado y ampliado el apartado dedicado a la información general sobre el niño y su familia. Se trata de contar con datos más precisos sobre la condición física y socio-familiar de estos niños que puedan influir en su desarrollo lingüístico y comunicativo.

 

Instrucciones. Un aspecto que se ha cuidado especialmente es el de las instrucciones generales que acompañan al inventario, así como las que introducen los distintos apartados y subapartados. Ello se debe a varias razones. Por un lado, en algunos estudios se ha encontrado que la valoración que hacen los padres del nivel lingüístico de sus hijos puede estar mediatizada por su falta de conocimiento de lo que han de evaluar (Carrillo, Jackson-Maldonado, Flores, Thal, 1999; Fenson, Bates, Dale, Goodman, Reznick y Thal, 2000). Por otro, también se ha comprobado que diferentes niveles educativos y socio-económicos, así como las diferencias étnicas podrían influir en las puntuaciones del CDI. Por último, como señalan Miller et al. (1995), los padres de niños con problemas de desarrollo pueden tener estilos de información diferentes a los padres de niños con un DN. De este modo, no se puede asumir la validez de los instrumentos de evaluación basados en los informes paternos en el caso de los niños con problemas de desarrollo (Miller et al., 1995).

     Por lo que respecta a los niños con SD, su desarrollo lingüístico y comunicativo, como señalamos, presenta una serie de asincronías. Ello podría hacer más difícil a sus padres informar sobre el desarrollo del lenguaje de sus hijos. En consecuencia, es necesario evaluar la validez de estos instrumentos con esta población.

 

Relevancia cultural y lingüística del contenido del Inventario. Puesto que el contenido del inventario coincide prácticamente con el desarrollado para el español de España, la pertinencia lingüística y cultural están aseguradas en la medida que estos aspectos ya han sido controlados en esa versión. Pese a ello, antes de realizar la versión definitiva se les mostró el inventario a una serie de profesionales que trabajan en los centros de Atención Temprana de donde procede nuestra muestra de niños con SD. Estos profesionales no propusieron ningún tipo de modificación y todos estaban de acuerdo en considerar que el inventario incluía conductas que normalmente se observan en esos niños.

Otras modificaciones. Junto a lo anterior, también se han realizado algunos cambios de menor importancia. Por ejemplo, las categorías de pronombres y determinantes se han separado. De este modo, ítems como ‘tu’ como determinante posesivo se han separado claramente de ‘tú’ como pronombre, etc.

 

     A continuación presentamos los resultados de la validación del apartado de vocabulario de la adaptación realizada del CDI en una muestra de niños españoles con SD y sus padres. El procedimiento consiste en correlacionar las puntuaciones obtenidas a través de los informes paternos del CDI con el número de palabras diferentes (types) producidas en una muestra de lenguaje espontáneo. Los niños de nuestro estudio tenían una edad mental en torno a los 24 meses. Se eligió una edad elevada para asegurarnos que todos los niños estaban produciendo un número significativo de palabras y así aumentar la potencia de nuestros datos. En efecto, la capacidad para informar de los padres se ve más comprometida cuantas más habilidades poseen sus hijos.

 

MÉTODO

Participantes. La muestra está formada por 15 niños con síndrome de Down (7 niñas y 8 niños) y sus padres, todos ellos procedentes de las ciudades de Málaga y Madrid y sus alrededores. La composición y características de la muestra se exponen en la tabla 1. La EM fue obtenida a través de la Escala de Desarrollo Psicomotor de la Primera Infancia Brunet-Lezine-revisada (Josse, 1997).

 

TABLA 1. Composición y características de la muestra.

Género

Niñas

7

Niños

8

Edad mental

Media (DT)

23,34 (4,59)

Rango de edad

15,15 – 29,12

Edad cronológica

Media (DT)

48,49 (14,24)

Rango

26,04 – 67,23

 

     Todos los niños fueron seleccionados en función de los siguientes criterios: (a) documentación citogenética de la trisomía-21 y (b) ausencia de alteraciones médicas graves, así como de déficits auditivos y visuales. Se eliminaron también los niños con infecciones de oídos repetidas, si bien la incidencia de éstas era prácticamente nula.

     El contacto con las familias se realizaba a través del personal de los centros de Atención Temprana a los que acudían los niños, más concretamente el Centro Virgen de la Esperanza perteneciente a la Diputación Provincial de Málaga (Málaga –España) y el centro de Atención Temprana ADEMO y la Unidad de Atención Temprana del Hospital del Niño Jesús (ambos de Madrid –España). Nos pareció que este procedimiento era el más adecuado dado que: (1) los padres tienen una estrecha relación con estos profesionales de modo que éstos podían actuar como un puente entre las familias y los investigadores y (2) se trataba también de eliminar cualquier tipo de recelo por parte de estos padres, cuyos hijos suelen ser objeto de diversos estudios desde el nacimiento.

 

Materiales

Inventario. Se utilizó el inventario comunicativo adaptado para niños con síndrome de Down, con las modificaciones descritas en la introducción.

Observación del lenguaje espontáneo. El material para la observación del lenguaje espontáneo consistía en varios conjuntos de juguetes. El primer conjunto constaba en diversos objetos pertenecientes a una granja: un tractor, dos granjeros y una granjera, así como varios animales que suelen encontrarse en las granjas (2 caballos, 2 burros, 2 ovejas, 1 vaca, 1 cerdito y un perro). El segundo conjunto de juguetes consistía en dos teléfonos móviles de juguete para imitar una conversación. El tercer conjunto incluía un conjunto de frutas y verduras de plástico muy realistas, así como 2 platos, 2 tazas y 2 cucharillas de juguete. El primer conjunto de juguetes era empleado como una especie de entrenamiento, así como para establecer el inicio de la sesión de juego, de manera que, a pesar de la presencia de extraños, los niños pudieran jugar como normalmente lo hacen con sus padres. Con el segundo conjunto (los teléfonos móviles), pretendíamos facilitar las secuencias simbólicas clásicas de una conversación, así como la producción de lenguaje descontextualizado empleando un material que suele ser muy motivante para ellos. Con el último conjunto de materiales intentábamos plantear una situación de juego más claramente simbólico (simular acciones sociales del tipo ‘tomar café’, ‘comer’, etc., con todos los rituales que estas acciones conllevan).

     Por último, se confeccionó un cuento que se le solía presentar al niño hacia el final de la observación o bien cuando daba muestras de estar cansado, poco motivado o, por el contrario, excesivamente excitado. Tanto los ítems del material descrito, como los dibujos del cuento, representaban palabras que aparecen en la sección de vocabulario del Inventario.

 

Procedimiento

Administración del inventario. En la primera entrevista se explicaban individualmente los objetivos y las características del inventario, tanto en general como de cada uno de los apartados en particular. Posteriormente se leía gran parte de las instrucciones, poniendo ejemplos e incluso se comenzaba a rellenar algunos ítems de cada apartado. Si notábamos que los ejemplos indicados en el inventario eran insuficientes, se les ofrecía algunos más. Se prestó una especial atención a la columna de gestos en el apartado de vocabulario a fin de obtener información fiable. Una vez comprendida la tarea, se les indicaba que volvieran a leer el inventario en sus casas, a fin de conocer con más exactitud las conductas a observar. Por último, se les pedía que observaran a sus hijos durante una semana antes de comenzar a cumplimentar el inventario. Este proceso duraba en torno a una hora.

     Cuando los padres entregaban el inventario, los examinadores lo revisaban cuidadosamente en otra entrevista individual, a fin de comprobar que se había rellenado correctamente. Todos los padres entregaron el Inventario el cual, en muchos casos, había sido rellenado conjuntamente por ambos padres. Por último, se computaban las puntuaciones totales de vocabulario para cada uno de los niños.

Medida del lenguaje espontáneo. Se pedía a los padres que volvieran una semana después de haber rellenado el inventario de modo que se pudiera recoger una muestra de lenguaje espontáneo de sus hijos. La muestra de lenguaje se recogía en uno de los despachos del centro adonde acuden los niños para asistir a las sesiones de Atención Temprana. Los padres y sus hijos se sentaban en el suelo con varios juguetes y se les pedía a los padres que jugaran con sus hijos como lo normalmente lo hacen en casa. A los 15 minutos uno de los experimentadores se unía y el juego continuaba otros 15 minutos. Más concretamente, la sesión comenzaba ofreciendo a los padres el primer conjunto de juguetes. Se les indicaba que cuando los niños comenzaran a dar muestras de estar cansados o poco interesados, podían coger el segundo de los conjuntos de juguetes y así sucesivamente. El mismo material era empleado posteriormente por el experimentador, el cual, sin apartarse del juego, intentaba que el niño etiquetara los objetos alrededor de los cuales giraba la acción, que se correspondían con palabras incluidas en el inventario (ver apartado de material). Por último, la sesión de lenguaje espontáneo finalizaba con la lectura conjunta del cuento confeccionado específicamente para este estudio.

     Este procedimiento, sin embargo, no siempre era posible llevarlo a cabo. Ello se debía a varias razones. En unos casos, eran las propias madres o padres los que se mostraban reacios a jugar con los niños. En otros casos, las propias características individuales de los niños, principalmente la hiperactividad, hacía imposible seguir el plan preestablecido. En estas situaciones, los experimentadores intentábamos mostrarnos flexibles a fin de que los niños se encontraran en las mejores condiciones para mostrar sus habilidades lingüísticas.

     Todas las muestras de lenguaje fueron grabadas en vídeo y transcritas posteriormente. Puesto que una de las características del lenguaje de los niños con SD es su alta ininteligibilidad y aprovechando que las madres y a veces también el padre y / o un familiar muy cercano al niño estaban presentes en las grabaciones, siempre que el niño o la niña emitía una producción que no era entendida por los experimentadores se le preguntaba a la madre (u otro de los adultos presentes) qué era lo que había dicho el niño. Este procedimiento facilitó enormemente la transcripción de las muestras de lenguaje. Pese a ello, y por las mismas razones de ininteligibilidad, así como por la alta variabilidad entre-sujetos, se escogió un método conservador para determinar la fiabilidad de los datos recogidos. Más concretamente, las muestras de lenguaje espontáneo eran transcritas ortográficamente por dos ayudantes de la investigación entrenados. Cuando tenían lugar desacuerdos, un tercer ayudante también entrenado o uno de los investigadores revisaba de manera independiente los vídeos y resolvía el desacuerdo. Si este ayudante o investigador no estaba de acuerdo con ninguno de los dos anteriores, se eliminaba la producción del corpus. De este modo, sólo se incluyeron las producciones en las que estaban de acuerdo dos transcriptores. En el análisis, no eran tenidas en cuenta las repeticiones. Sí se consideraban las fórmulas y rutinas sociales, siempre y cuando éstas fueran producidas espontáneamente.

 

RESULTADOS

     Había grandes diferencias en el número total de palabras que los niños producían en función de los informes de los padres a través del CDI y la muestra de lenguaje espontáneo (ver tabla 2). Más concretamente, ese número iba de 18 a 409 palabras producidas, en el caso del CDI, y de 3 a 100 en el caso de le muestra de lenguaje espontáneo. Sin embargo, como puede comprobarse en dicha tabla, y de acuerdo con nuestros intereses, todos los niños contaban con un número significativo de palabras en su vocabulario (ver puntuaciones medias).

     Por lo que respecta a la validez del inventario, ésta se ha obtenido mediante la correlación (Pearson –previamente se comprobó que la distribución de las variables cumplían el supuesto de normalidad) entre el número total de palabras señaladas por los padres en el apartado de vocabulario del inventario y el total de palabras diferentes (types) producidas en la muestra de lenguaje espontáneo. Como puede comprobarse en la tabla 3, la correlación encontrada fue muy alta y estadísticamente significativa.

 

TABLA 2. Puntuaciones obtenidas en el CDI y en la muestra de lenguaje espontáneo (puntuaciones medias, desviación típica y rangos).

 

Medida

N

Media

DT

Rango

CDI-adaptado

15

180,73

130,28

18-409

Observación natural

15

49,67

28,38

3-100

Puntuación obtenida en el B-L

15

 

 

 

 

TABLA 3. Correlación entre las puntuaciones obtenidas en el CDI-adaptado y el número total de palabras producidas en la muestra de lenguaje espontáneo.

 

 

CDI-adaptado

Observación

CDI-adaptado

1,000

,950*

Observación

,950*

1.000

* p < 0,000 (unilateral)

      Por último, también se halló la correlación de Pearson entre la edad mental y la edad cronológica, ambas en meses, con la puntuación obtenida en el apartado del vocabulario del inventario. La primera correlación fue de 0,748 (p < 0,001) y la segunda de 0,788 (p < 0,000). Estas altas y significativas correlaciones indican que la prueba discrimina adecuadamente los avances evolutivos que se aprecian en el desarrollo del léxico.

 

DISCUSIÓN

     Como se ha podido observar, nuestros resultados muestran una alta y significativa correlación entre el número total de palabras señaladas por los padres en el apartado de vocabulario del inventario y el número total de palabras producidas en la muestra de lenguaje espontáneo. Estos resultados sugieren que, al menos por lo que respecta a la producción del vocabulario, (1) la adaptación realizada por nuestro grupo de investigación de CDI,s anteriores para evaluar el desarrollo lingüístico y comunicativo de los niños con SD es válida y (2) los padres de los niños con SD informan de manera adecuada sobre las habilidades lingüísticas de sus hijos, siendo tan competentes como los padres de los niños con DN para esta tarea. Estos resultados son similares a los obtenidos por otros investigadores que han empleado el CDI con niños con SD (ver, por ejemplo, Miller et al., 1995; Berglund et al.; 2001; Vicari et al., 2000; etc.). Sin embargo, y a diferencia de esos autores, nosotros hemos adaptado el CDI al perfil evolutivo de desarrollo lingüístico y comunicativo de los niños con SD.

     Por otro lado, como ha podido comprobarse, nuestra correlación es inusualmente elevada (cercana a 1). De hecho, estudios anteriores que han tratado de validar el uso de distintos inventarios no han obtenido correlaciones más allá de 0,86 (Jackson-Maldonado et al., 1993; Miller et al., 1995), rondando algunas de ellas la puntuación de 0,70. Se hace necesario explicar, por tanto, nuestra alta correlación. Una posible explicación podría ser un sesgo en la muestra empleada en el estudio. Sin embargo, dicha muestra procede de dos ciudades de España, se ha contactado con los participantes a través de tres centros muy distintos y el rango de edad mental y edad cronológica coincide con estudios anteriores. Por tanto, es extraño que, con tantas variables en juego, nuestra muestra no sea representativa de los padres de niños con síndrome de Down. Existen, por el contrario, varios factores que podrían explicar nuestro resultado. De todos ellos, quizás el más importante esté relacionado con el procedimiento que hemos utilizado en la administración del inventario. Las entrevistas iniciales tenían como finalidad asegurar que los objetivos de nuestro trabajo se entendían correctamente, así como que los padres de los niños prestaran atención suficiente a los diferentes apartados de inventario, identificando con claridad aquello que debían observar y a lo que debían responder. En definitiva, se trataba de garantizar una cumplimentación adecuada del inventario. Por el contrario, en un buen número de estudios que emplean el CDI, el procedimiento habitual consiste en enviar el inventario por correo ordinario. Es posible que las distintas formas de administrar el inventario tenga una influencia directa en los resultados. Una evidencia de ello lo encontramos en el trabajo de Jackson-Maldonado et al. (1993). Otra diferencia que es de recalcar en nuestro estudio es la insistencia para que los padres observaran durante una semana a sus hijos antes de rellenar el inventario. En nuestro conocimiento, esto sólo se ha llevado a cabo en el trabajo de Caselli et al. (1998) sobre la relación entre la producción de gestos y la emergencia del vocabulario en niños con SD. Sin duda, este puede ser un buen procedimiento a emplear en futuros trabajos en los que utilice el CDI como medida.

     Un segundo factor que podría explicar la alta correlación encontrada en nuestro trabajo podría guardar relación con las características de los padres de los niños con SD. Puesto que estos niños son identificados en el momento mismo del nacimiento, los padres siguen los progresos de sus hijos con muchísima atención y, a veces, preocupación. Al mismo tiempo el desarrollo de estos niños, especialmente en el área del lenguaje, es significativamente más lento. Ello puede facilitar la tarea a los padres a la hora de recordar e identificar las diferentes conductas lingüísticas y comunicativas de sus hijos.

     En suma, creemos que estos tres factores, el procedimiento seguido en nuestro estudio a la hora de administrar el inventario, el particular perfil de desarrollo lingüístico y comunicativo de los niños con SD y las características de sus padres, podrían explicar que la correlación obtenida sea mucho más elevada que la hallada en otros estudios anteriores en que se ha validado inventarios similares.

     Pese a ello, los resultados presentados debe complementarse con información procedente de otros análisis, así como validar otros aspectos del desarrollo lingüístico y comunicativo de los niños con SD. En este sentido, nuestro grupo de investigación pretende examinar con mayor detalle cada uno de los apartados del inventario, de manera que se puedan validar otros aspectos además del vocabulario productivo. Del mismo modo, también estamos en la actualidad en el proceso de comprobar su fiabilidad. En cualquier caso, y en espera de esos datos adicionales, la alta validez de la adaptación realizada del CDI que hemos presentado en este trabajo permitirá realizar un estudio a gran escala para analizar las tendencias de desarrollo y la variación individual en una muestra representativa de niños con SD españoles. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que son escasos los trabajos de este tipo realizados con estos niños y ninguno en nuestro idioma. Sin embargo, como subrayan Pueschel y Hopmann (1993), es necesario contar con “buenos estudios normativos sobre las habilidades comunicativas y lingüísticas asociadas con el síndrome de Down, como una guía útil tanto para padres como para profesionales” (p. 354), a lo que nosotros añadiríamos también para los investigadores.

     Por último, hoy nadie pone en duda la importancia y necesidad de llevar a cabo estudios interlingüísticos. En el caso de los niños con SD, el conocimiento que tenemos de su desarrollo léxico en diferentes lenguas es muy escaso, no existiendo datos normativos en español. De este modo, un segundo objetivo de nuestra investigación es ofrecer datos normativos sobre el desarrollo del lenguaje de estos niños en un idioma en amplia expansión. Ello nos permitirá contar con datos útiles para los padres, educadores, profesionales de la intervención e investigadores en nuestro ámbito socio-cultural y lingüístico. Pero también permitirá comparar la actuación de estos niños con la de otros niños con SD de diferentes idiomas. La importancia teórica de este aspecto no debe ser menospreciada.

 

CONCLUSIONES

     Los Inventarios de Desarrollo Comunicativo MacArthur (CDI) han demostrado ser un instrumento válido y fiable para evaluar el desarrollo comunicativo y lingüístico en niños pequeños. Sin embargo, requieren ser adaptadas para su uso en poblaciones de niños con distintos trastornos y patologías. El inventario que hemos presentado supone un primer paso en este sentido, constituyendo la primera adaptación específica para evaluar a los niños con síndrome de Down teniendo en cuenta su perfil evolutivo de desarrollo comunicativo y lingüístico.

     Por otro lado, los resultados de este estudio preliminar demuestran la alta validez de la adaptación del CDI realizada por nuestro equipo de investigación para evaluar el desarrollo comunicativo y lingüístico de niños con síndrome de Down, al menos por lo que respecta al vocabulario productivo. En la actualidad, estamos aplicando el inventario a una muestra amplia de niños con síndrome de Down. Ello nos permitirá ofrecer datos normativos sobre el desarrollo lingüístico y comunicativo de estos niños que pueden ser de utilidad para padres, educadores, clínicos e investigadores.

 

Referencias