La antropología filosófica es un saber problemático por
varias razones, pero en especial por la afinidad entre
su tema y su método, que parece hacerla inviable como
saber. En efecto, al saber humano le es imprescindible
la neta distinción entre tema y método, pues su
confusión da origen a insuperables paradojas. Pero lo
cierto es que el hombre es el autor de los métodos del
saber y, a la vez, el tema de estudio de la
antropología, por lo que resulta que el hombre que se
es puede determinar el método que se usa (subjetivismo
metódico), y, a su vez, el método que se usa puede
determinar los resultados del saber antropológico
(objetivismo metódico). Dos han sido los enfoques
dominantes en la filosofía a la hora de intentar hacer
frente a este problema y que pueden ser recogidos en
dos lemas: ¡conócete a ti mismo! y ¡sé tú mismo! El
primero confía al entendimiento la superación de la
parcialidad subjetiva; el segundo confía a la voluntad
la superación de la parcialidad objetiva en el
conocimiento del hombre. La presente obra no opta por
ninguna de esas dos vías, sino que intenta
aprovecharlas yendo más allá de sus respectivas
limitaciones, según la amonestación agustiniana:
¡trasciéndete a ti mismo! En este método, integrador
por prosecución, reside la clave de sus aportaciones.
Así, empieza por proseguir la versión clásica del
entendimiento, llevando más allá de sus limitaciones
usuales el ¡conócete a ti mismo!: entender es hacerse
otro (c.I). Continúa por mostrar cómo la complejidad
humana con todas sus diferencias y referencias puede
ser íntegramente respetada si la persona es entendida
como destinada a autotrascenderse (c. II). Destaca,
después, cómo la amplísima variedad de las
manifestaciones humanas se puede articular desde el
peculiar trascender de la libertad humana y queda
ordenada desde la libertad ejercida como
autotrascendimiento (c.III). Se ocupa de mostrar la
unidad propia del ser humano con la noción de potencia
trascendental como descriptor radical de la libertad y
de la persona (c. IV). Y termina haciendo frente al
mencionado problema de la distinción entre método y
tema, gracias al carácter no plano del
autotrascendimiento.