El budismo no tiene una definición sencilla. Puede ser entendido como una religión, en la que no hay dogmas ni fe; como una psicología, en la que el objeto de estudio es la propia mente; o como una filosofía, que propone ideas fundamentales y transformadoras de la vida de las personas.
Además el budismo está muy impregnado de las distintas tradiciones culturales de los pueblos asiáticos en los que se ha desarrollado desde hace unos 2500 años, de modo que muchos de los aspectos que parecen fundamentales en realidad pertenecen al folclore de un pueblo particular. Del mismo modo las componentes religiosa, psicológica y filosófica se manifiestan de forma distinta según la tradición budista particular que consideremos. A pesar de que el budismo es agnóstico por naturaleza ya que no se le da importancia a la existencia de dioses ni a su influencia en la vida de las personas; en algunas tradiciones budistas aparecen muchas deidades y seres mitológicos, incluso el mismo Buda histórico aparece como una especie de semidios.
Yo no soy religioso. Veo los aspectos más místicos del budismo como propios de tradiciones culturales particulares y no como elemento fundamental. La base agnóstica del budismo y su orientación a creer en la experiencia, me sirven, tienen sentido para mí.
La meditación es un elemento principal en la práctica budista, aunque no es exclusiva del budismo. Es la práctica que hace posible el cultivo y desarrollo de ciertas cualidades humanas positivas y básicas de la misma manera que otro tipo de entrenamientos hace posible el tocar un instrumento musical o adquirir cualquier otra habilidad.
El objetivo de la meditación es transformar la mente. ¿Para qué quiero transformar mi mente?, mi respuesta personal es que puedo entenderme mejor a mí mismo, a otras personas y al mundo que me rodea mirando mi mente y como consecuencia ser más feliz.
Esta es mi opinión personal, Matthieu Ricard ofrece una perspectiva más completa en El arte de la meditación y en su paso por el programa Redes La ciencia de la compasión.