¿QUÉ HA SIDO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL?

Pascual F. Martínez-Freire

Universidad de Málaga

 

 

En el verano de 1956, hace ahora cincuenta años, un grupo de diez lógicos y matemáticos celebraron varias reuniones en el Dartmouth College, en Hanover (New Hampshire, USA). Estas reuniones fueron patrocinadas por la Fundación Rockefeller, que aportó 7.500 dólares (de los 13.500 solicitados).

Tal como ellos mismos propusieron, el objetivo de estas reuniones era desarrollar una nueva disciplina científica, concretamente una rama de la ciencia de la computación que ellos mismos denominaron “inteligencia artificial”.

La base de su propuesta era la conjetura de que “cualquier aspecto del aprendizaje o cualquier otro rasgo de la inteligencia puede, en principio, ser descrito de manera tan precisa que puede construirse una máquina para simularlo”. Es decir, la idea básica de la naciente inteligencia artificial era que la inteligencia humana podía ser descrita con precisión y, por ello, los recursos matemáticos y lógicos (computacionales) permitirían su simulación mediante computador. Se construirían máquinas inteligentes, con lo que al lado de la inteligencia natural o humana habría inteligencia artificial.

Las reuniones de Dartmouth, llamadas globalmente “conferencia Dartmouth”, mostraron gran entusiasmo y optimismo, pero contaban con algunas creaciones prometedoras. Por ejemplo, por entonces ya existía un programa de computador para demostrar teoremas lógicos, y también existían otros programas de computador para jugar a las damas.

En los años subsiguientes, y hasta hoy, los logros en inteligencia artificial han sido numerosos y variados, aunque podemos dudar seriamente de que los computadores puedan simular todas nuestras facetas inteligentes.

Hay una serie de áreas de investigación clásicas en inteligencia artificial, así como diversos desarrollos recientes.

En primer lugar, se han creado programas de juegos inteligentes para computador, como el juego de damas, tres en raya o el ajedrez. Justamente el juego del ajedrez siempre constituyó un arma publicitaria de la inteligencia artificial y, como es sabido, el  campeón mundial Kasparov fue derrotado en 1995 y en 1997 por el programa de computador Deep Blue.

Otra área de gran éxito son los programas para demostrar teoremas lógicos y matemáticos. Por ejemplo, ya en 1960 se disponía de programas que demostraban todos los teoremas de la lógica elemental en solamente nueve minutos. A su vez, en 1976 un computador demostró el famoso “teorema de los cuatro colores” (que dice que es posible colorear un mapa político con sólo cuatro colores, de modo que los países limítrofes tengan distintos colores), pero lo notable es que los demostradores humanos llevaban cien años intentando demostrarlo sin éxito.

También constituye un área clásica de investigación en inteligencia artificial, muy presente en nuestra vida cotidiana, los llamados “sistemas expertos” o “sistemas basados en conocimiento”. Se trata de programas que imitan el razonamiento de expertos humanos, como médicos, analistas químicos, meteorólogos o geólogos. Lo importante en estos programas es su base de conocimiento, donde se almacenan los conocimientos fundamentales de un experto. El programa dispone además de una memoria de trabajo, donde se registran los hechos a tener en cuenta, y de un motor de inferencia que genera las soluciones. En 1982 un sistema experto de exploración geológica detectó diversos depósitos de molibdeno en el Estado de Washington, no descubiertos por los humanos.

Finalmente, para concluir esta enumeración, también tienen gran interés los programas de visión computacional. En esta área se han creado programas para reconocer huellas dactilares o rostros, así como objetos determinados, pero también se trata de analizar y manipular imágenes con aplicaciones muy diversas. La visión computacional es un área de gran importancia para la robótica inteligente, puesto que para disponer de robots autónomos deben estar dotados de una capacidad de visión de la situación y de los objetos que manejan..

En cuanto a desarrollos recientes se han creado programas de computador que simulan aspectos de la inteligencia humana que siempre estimamos como típicamente humanos, tales como la creatividad o la afectividad.

Desde 1994 existen programas generales que producen creatividad en el análisis de datos así como creatividad en la producción de soluciones. Más concretamente desde 1987 existen diversos programas de descubrimiento científico, en las variantes de experimentación, generalización y evaluación de teorías, con lo que tendría sentido preguntarse si el próximo Einstein será un computador. Por otro lado, desde 1997 existe una especialidad en inteligencia artificial denominada “computación afectiva” que ha creado programas y robots que detectan expresiones faciales de emociones así como entonaciones vocales afectivas, y asimismo (en el caso de robots) pueden adoptar expresiones faciales de interés, desinterés, miedo o ira. Quizás el lector ha visto la película de Spielberg “Inteligencia Artificial”, donde se cuentan las vicisitudes de un joven robot programado para amar y ser amado.

En su propuesta de 1956, hace cincuenta años, los diez miembros de la conferencia Dartmouth pretendían que los computadores usaran el lenguaje, formaran abstracciones y conceptos, resolvieran tipos de problemas reservados a los humanos y se mejoraran a sí mismos. Podemos discutir el último punto, pero ciertamente los computadores pueden hablar, forman conceptos y los humanos les encargamos numerosos problemas de los que ya no nos ocupamos, en particular los más complicados cálculos matemáticos.

En cuanto a la mejora de sí mismos, parece que los computadores siempre requerirán de nosotros los humanos para su desarrollo y cuidado. Ahora bien, Hans Moravec, refiriéndose a robots inteligentes, defiende que hacia 2050 se ocuparán de su propio mantenimiento, reproducción y automejora sin nuestra ayuda. Sin embargo, creo que esta previsión es fantástica y que los humanos utilizaremos y cuidaremos nuestros computadores y robots inteligentes, como siempre históricamente hemos hecho con nuestros instrumentos.

La inteligencia humana es básicamente habilidad para resolver problemas, y va unida de modo esencial a la capacidad para razonar o inferir. A su vez, las inferencias pueden ser de tres tipos: deductivas o demostrativas, inductivas o generalizadoras, y abductivas o formadoras de hipótesis. Desde mi punto de vista, los computadores nos superan en la capacidad deductiva (demuestran más rápido y mejor que los humanos), parecen igualarnos en la capacidad de generalización, y, cincuenta años después de la conferencia Dartmouth, aparecen como inferiores a nosotros en la capacidad de formar conjeturas.

Además, tal como he defendido en mi libro La importancia del conocimiento, una máquina nunca llegará a poseer voliciones libres ni sentido de la responsabilidad. Pero esto ni siquiera se lo plantearon los diez matemáticos y lógicos de la conferencia Dartmouth.

 

(Publicado en LA OPINIÓN de Málaga, el 17 de julio de 2006)