Europa y la televisión

Rafael Durán Muñoz

No puede ser. La televisión que unos mancillaron por exceso no puede ahora sumirse en la desinformación por defecto. ¿Qué sabemos de Europa? ¿Qué hemos aprendido de nuestro proceso de construcción e integración supranacional; mejor, alter nacional, en los quince últimos días? ¿Qué hemos votado? Claro que el porcentaje de abstención se ha disparado en España al 54%, apenas unas décimas menos que la media comunitaria. En realidad, la pregunta podría ser: ¿por qué ha votado tanta gente?

Que el desinterés haya sido generalizado en la Europa ampliada no justifica nada. Ya saben: mal de muchos... El método ilustrado pero déspota con que se viene construyendo la Unión desde sus comienzos y la ausencia de estrategias para generar un sentimiento identitario están en la esencia del fracaso, pero también hemos de preguntarnos por las razones locales. Aquí, Televisión Española, la televisión pública de todos (las privadas se mueven por afanes crematísticos que las alejan de todo compromiso con la formación cívica de los ciudadanos-televidentes), ha desaprovechado la oportunidad en esta campaña electoral de, haciendo profesión de fe democrática y europeísta, haber instado a la participación política el 13 de Junio desde el conocimiento de cuanto significa Europa y, en su entramado jurídico, el Parlamento Europeo.

¿De qué han informado los telediarios? ¿Qué reportajes ha emitido Informe Semanal? ¿Ha habido algún Especial? ¿De qué se ha debatido en el programa que presenta Ana García Lozano? Está muy bien hablar del Jefe del Estado Vaticano, pero ¿a tres días de unas elecciones de las que habrían de salir los diputados que votarán a favor o en contra de una pretendida Constitución? Ojalá hubiera moderado un debate tan serio y rico en contenidos como el sostenido en torno a los malos tratos machistas. Da la sensación de que, temerosa de ser tachada de manipulación a favor del PSOE, TVE haya optado por no tratar el tema europeo en profundidad, por no informar, por subinformar. El resultado no tiene por qué estar sesgado a favor de la candidatura socialista. De hecho, no contrarrestar la visión imperante de Europa, intergubernamental, de pugna entre Estados-miembro, es un sesgo a favor de las opciones mal llamadas euroescépticas.

Las elecciones al Parlamento Europeo no pueden ser mociones de censura destructiva en clave interna. Desincentivada la participación y así planteadas (Schröder, Chirac y Blair no han sido penalizados en sus respectivos países por su visión de ni por sus propuestas sobre Europa), ¿qué hará la ciudadanía europea cuando sea convocada a votar en referéndum una Carta Otorgada que algunos llaman Constitución? ¿Y la española? ¿Seguiremos entonces siendo subinformados o habrá asumido TVE sus funciones de servicio público? Sin información, más incertidumbres que el desencuentro entre populares y socialistas generará, paradójicamente, su encuentro, sus discursos coincidentes a favor del . Si la política nacional se construye mediáticamente sobre la base del espectáculo y del enfrentamiento, ¿qué desconcierto no generará entre los llamados a votar ver a los rivales confraternizando? Ante la duda y el recelo, se abstendrán. Información, que no propaganda; mucha información.

 

Málaga, 14 de junio de 2004

Remitido como Carta al Director de un diario nacional