RAFAEL DURÁN
Málaga, 12 de septiembre de 2001

Los terroristas no nacen, se hacen. No menos, el aplauso del terror, los vítores de los pueblos ante el drama de los pueblos. Existe mucho desconcierto. Tanto como estupefacción. Los atentados en el propio suelo de los Estados Unidos fueron tan selectivos como devastadores e indiscriminados. Pero no podemos seguir la inercia de la criminalización fácil. Es deleznable, es injusta y es autodestructiva. La política represiva israelí resulta terriblemente paradigmática. Sin desestimar la necesidad de una respuesta a lo Henry Kissinger (el Estado de Derecho no deja de ser Estado), ésta no ha de ser sino parcial. Se impone el replanteamiento de quiénes somos y adónde vamos. Se impone ordenar bien la mente (E. Morin), valorar la educación (F. Savater) y, no menos importante, aplicar la ética a nuestra concepción y realización del desarrollo (E. Martínez Navarro). Hablamos de globalización, y no la entendemos. Organizamos pasarelas de la solidaridad, y todo se evapora con los flashes. La Seguridad es sólo un pilar del futuro. El futuro se desplomará si sólo descansa en un pilar. El protagonismo no ha de ser de los militares, sino de los políticos. A la siega habrá de sumar la comunidad internacional la siembra. Sólo así erradicaremos el terrorismo (junto con la miseria, el odio y el resentimiento que lo alimentan), y haremos grande nuestra libertad y nuestra democracia.